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Retomar el impulso de los ateneístas del siglo XIX cuando fundan el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Palencia un 10 de diciembre de 1876 es tanto como decidir pasar a un acto y no solamente ejecutar una acción más.

Preámbulo

Asumir para los fundadores del Ateneo de Palencia de 2016 que todo acto es transformador, y por ello exige responder de él, es también aceptar que ese acto tiene un fundamento y es causado por un deseo decidido.

Las razones de Ricardo Becerro de Bengoa, de Manuel Carande, de Cirilo Tejerina, de Simón Nieto, de Juan Díaz-Caneja, de Matías Peñalba, de Manuel Rivera, de Julio Cejador, de Teófilo Ortega, de los ateneístas palentinos que en diversas etapas sostuvieron un Ateneo en Palencia, son las nuestras. Por eso nos consideramos continuadores de esa gesta intelectual que buscaba ilustrar y despertar, servir y acompañar a la ciudad de Palencia a un mejor destino. Eran razones románticas. Como las nuestras.

El sueño romántico no es nostálgico sino de lucha. Es perseguir un ideal, y dar cabida a los sueños del corazón. Es sacar adelante los anhelos. Los nuestros se resumen en aglutinar a palentinos de Palencia y de la diáspora que amen la vida intelectual, y que la proclamen primera respecto a las posibles vidas de una ciudad, la vida económica, la vida artística, la vida cultural, la vida deportiva. Sin ideas en permanente revisión, sin ideas nuevas, sin innovación, sin conocimientos no habrá sino repetición y activismo. Allí donde las ideas sirven de base, el resto va de suyo.