Por Luis Landa Martínez**

He leído con gran interés el libro de Julio César Izquierdo por dos razones: la 1ª, porque trata sobre un tema: “La Despoblación Rural”, no sólo de gran actualidad sino -sobre todo- de enorme interés y reto a los políticos pues es un fenómeno que sigue imparable no sólo a nivel de nuestra provincia y de C y L si no que afecta a una gran parte de España, de Europa y del mundo en general. Yo mismo he publicado en la Web del Ateneo de Palencia un Estudio sobre el tema. La 2ª, porque le tengo en alta consideración.

Debo señalar que el contexto general del mismo es fácil de leer pues son artículos variados, tratados de forma muy amena y con una visión profunda del mundo rural puesto que el autor ha nacido y vivido en ese ámbito (Ampudia) y reside actualmente en otro pueblo de la Tierra de Campos (Fuentes de Nava). Por lo tanto, sabe de lo que habla, convive con gente del medio rural y propone algunas actuaciones que puedan implicar algunas soluciones -que luego comentaré- para ralentizar la despoblación, al menos de forma parcial. Lo interesante es que lo que propone lo hace desde el contexto rural. Sin embargo, en mi opinión, entiendo que sin ser disparatadas -ni mucho menos- sus reflexiones, tienen una enorme dificultad para poderse llevar a cabo. Más tarde entraremos en detalles.

Pero antes de nada quiero decir que describe muchas cosas de ese mundo rural con gracejo e ironía e, incluso, con una cierta sorna de hombre de pueblo, sin pretender tener la razón en todo lo que dice. Hace hincapié en que los muchos políticos con responsabilidad en el tema no conocen -en bastantes ocasiones- casi nada de ese mundo y quieren dictaminar desde Madrid soluciones universales. Hace una crítica a esos políticos con mucho sentido común y no le falta razón. Pero como digo, en su análisis y comentarios hay lucidez y, por eso, al mismo tiempo, muchas dudas. Pero es que si no tuviera dudas de lo difícil que es revertir la tendencia de la despoblación rural sería un insensato y, para nada, lo es. Es positivo, aunque sin pecar de “buenismo”.

Y ahora ya, hecho este comentario inicial, entraré en detalles tratando de analizar alguno de sus comentarios más rotundos y ver que se esconde en ellos.

En la Introducción del libro están algunas de sus reflexiones más notables. Ya desde el principio, en la página 14, señala que: “En el mundo rural nunca como ahora se ha invertido tanto dinero pero sin eficacia aparente pues no ha servido para paliar la sangría poblacional que padece, aunque es probable que sin esas ayudas hubiera pintado peor” . Creo muy acertada su opinión.

Un poco más adelante señala: “Nadie parece dar con la tecla… si es que realmente se han puesto a buscarla”.

LL . Yo me pregunto si realmente “hay tecla”. Con más o menos -más bien con menos- realismo, se han puesto a buscarla pero sin separar el trigo de la paja y proponiendo cosas imposibles -la mayoría de las veces a través de Comisiones Políticas ayudados de expertos teóricos- que han desembocado en nada concreto y han tenido que volver a crear nuevas “Comisiones multitudinarias” (en el Senado, por ejemplo) porque el tema hay que tratarle como si tuviera solución. Pero ¿realmente la tiene? Esa es la cuestión.

Más adelante dice: “Quisiera creer que llegará un mañana donde los pequeños pueblos y villas tengan un futuro con gentes y casas abierta. No tantas como antaño…” Y, a continuación, señala: “Pero es posible que ya estemos en un punto sin retorno”

LL . Son dos reflexiones respetables. Pero quiero puntualizar:

La 1ª es muy poco probable que ocurra en los pueblos de menos de 200 habitantes y sobre todo en los de menos de 100. En esos casos, afirmo que estamos en un punto sin retorno. Porque Palencia, Zamora, Ávila y Soria (entre otras muchos capitales de España) son ya municipios casi rurales en la práctica. En cualquiera de ellos en 10 o 15 minutos como máximo, andando, te encuentras en el campo, estés en el punto que estés de la ciudad. Miren Palencia sin ir más lejos. Y siguen perdiendo población año tras año, sin remedio. Pero es que de los 190 municipios de Palencia, 72 tienen menos de 100 hab. y otros 50 están entre 100 y 200 hab. Y sin contar las 279 pedanías actuales que están muriendo o… están ya muertas en vida. En esos pueblos la situación de soledad y los servicios públicos y privados existentes no tienen nada que ver con los de los pueblos de 700 u 800 hab. Son muy diferentes. En los primeros no hay escuelas, consultorio médico diario, ni siquiera gente con la que hablar. Además, en los pueblos de menos de 100 hab., el 90% de sus habitantes son mayores de 70 años y en la mayoría no hay ni un solo niño. ¿Qué jóvenes querrían vivir aquí?

Castilla tiene que perder muchos de esos pequeños pueblos en los próximo 10 o 15 años porque su población está muy mal estructurada. No tiene nada que ver con Sevilla, Murcia, Málaga o Cádiz. En Murcia o Sevilla, por ejemplo, hay más municipios de 20.000 habitantes que en toda C y L contando las capitales. Y en Murcia no hay ninguno menor de 500 hab.

Más adelante señala Julio César: “Por fortuna, siguen existiendo y quedando entusiastas de la causa, nuevos pobladores y nuevos emprendedores” .

LL . Es posible que haya alguno pero no son suficientes y menos en los 122 municipios de la provincia con menos de 200 habitantes. Puede haber alguna excepción pero eso no resuelve el problema. No hay solución. No vale -como recoge poco después- actuar con fuerza y firmeza” . ¿Cómo se puede hacer algo en esos pueblos? Ni en esos, ni en otros muchos pueblos menores de 2.000 -y sobre todo de 500 habitantes, que son el 84% de nuestra provincia- se puede pretender que la mayoría de secretarios, técnicos, bancarios, maestros, médicos e incluso algunos concejales decidan residir en esos municipios y menos cuanto más reducida sea su población. Y en los últimos años los agricultores no ganaderos hacen lo mismo. El modelo de vida es así para la gran mayoría de la población, sobre todo para los casados con hijos. Si tienes hijos, la prioridad cambia. La educación de aquellos y el confort familiar suelen prevalecer en la gran mayoría de los casos. Viaja el padre.

Más adelante en sus reflexiones sobre: Sin pueblos no hay futuro , apunta: “ Nosotros, los del pueblo, también envidiamos la gran oferta de alternativas, ventajas y comodidades que tienen en la ciudad, en la polis eterna y vertiginosa. Y, casi seguro, en la mitad del camino se encuentra la virtud”

Y poco después señala : ¿Has pensado que pasaría si los pueblos desapareciesen o se quedasen en coma? Pues adiós a tus raíces, réquiem por el Patrimonio histórico artístico……y, el Medio ambiente en graves problemas.

LL . Lo que dice, sin ser del todo falso, tampoco es cierto; es relativo. La realidad es que en Castilla y León, Aragón y Castilla La Mancha, ya estamos en la mitad del camino ; excepto Zaragoza -y acaso Valladolid- no hay ciudades grandes de las que huir (todas las capitales de esas comunidades son menores de 170.000 hab. y la mayoría no llegan a 80.000) y las dos citadas no son grandes urbes: Algo más de 600.000 la primera y de 300.000 hab., la segunda.

Por lo tanto no se trata de huir de las “polis”. Es que en Castilla y las otras dos Autonomías citadas, la mayoría de las capitales y sus mayores pueblos son rurales o “cuasi-rurales” y no es necesario tener que buscar pueblecitos de menos de 500 o 1.000 habitantes. Eso sería para los que viven en Madrid, en todo caso.

Respecto a los problemas para el patrimonio o el medio ambiente si desapareciesen esos pueblos pequeños, no estoy de acuerdo. El Medio Ambiente más cuidado y de más calidad es el que está en el norte donde apenas vive nadie. Son las cuadrillas de los Servicios de Medio Ambiente las que limpian el monte y los cortafuegos; las que observan desde torres de vigilancia para detectar incendios y es su propio personal quien actúa si ocurre un problema. En cuanto al patrimonio sería más difícil de “enseñar” pero no de mantener. Para eso se necesitan fondos públicos de las distintas Administraciones. Las Diputaciones deberían encargarse de contratar personal para visitas concertadas. Es lo que hacen ya, mejor o peor. Por tanto, no empeorarían apenas las cosas.

En el capítulo Rurales en positivo, afirma: Visto lo que hay, será mejor cambiar de estrategia proclamando con orgullo “yo soy de pueblo” y preguntarse “¿Qué puedo hacer por mi provincia?” , aunque, en privado, reconoce que el futuro del medio rural tiene difícil solución y que las fórmulas y planteamientos actuales tendrán que cambiar si no queremos que la mitad de los pequeños y medianos municipios desaparezcan. Para añadir a continuación: El lamento no ha dado fruto. A los que creen, hacen y armonizan el mundo rural, seguirán bregando para seguir existiendo pero sabiendo que toda ayuda será poca y que la que venga se agradecerá…. siempre que sea veraz, razonable, posible y auténtica.

LL . Y yo me pregunto. Y ¿eso, cómo se come? No explica cómo puede conocerse de antemano que una ayuda cumpla esos requisitos. Supongo que no lo sabe. Cómo no lo sé yo y seguramente no lo sabe nadie. Porque, quizás, no exista esa ayuda que reinvierta la tendencia a la despoblación rural. Sólo es posible si se instalasen Empresas de cierta entidad…. pero eso es una lotería

En el capítulo De vuelta a casa dice: “Un día haciendo cuentas… decidieron volver a su Castilla natal. Estaban hasta el moño de tanto ruido y tanta luz de artificio y de ver las ganancias ajenas. Arreglaron una casona del tío de María muy bien conservada y… al pueblo; para que vean otros que andan encerrados en la vorágine más urbana que hay otros modelos. Son de los que creen que surgirá una nueva clase social rural. Me dicen que duermen estupendamente porque allí, en la tierra que dejaron, han encontrado lo que finalmente estaban buscando”.

Vale. De acuerdo. Pero ¿Cuántos quieren o pueden hacerlo? ¿Lo podrían hacer los jóvenes o sólo los jubilados? ¿A qué tipo de pueblo se puede volver para vivir con una cierta dignidad? No sirven todos; tendrían que tener unos servicios garantizados .Y ¿qué tipo de municipios son aquellos de los que se sale huyendo por ruido y tráfico insoportables? Esa es la cuestión.

Se puede entender que algunos emigrantes de pueblo que vivan en Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, al llegar a la edad de jubilación, no se encuentren cómodos y no sean felices en medio de la vorágine que les rodea. Que aspiren a la tranquilidad de un pequeño pueblo donde pasaron su infancia o próximo aaquel. Pero ¿qué condiciones debe reunir ese pueblo? Se puede volver a la tranquilidad de un pueblo de la Valdavia, o de la Ojeda cómo Roscales o Revilla de Collazos? En todo caso uno podría volver a Paredes de Nava, incluso a Becerril de Campos o a Ampudia, pero ¿será posible acostumbrarse a la soledad casi infinita de un pueblo de menos de 100 habitantes? Yo creo que no para una gran mayoría. Julio César vive en Fuentes de Nava, municipio de 673 hab., en 2017. Fuentes de Nava tiene los servicios mínimos para vivir con dignidad y, sobre todo, él no tiene hijos. Pero, ¿qué pasaría con una pareja que tenga un par de hijos de 12 y 14 años? Algunos podrían quedarse pero, con un trabajo en Palencia o, incluso en el pueblo, dudo mucho que fuese la mayoría. Seamos sinceros. Y si no, observemos donde viven la mayor parte de profesores de instituto, maestros y médicos que atienden los pueblos de nuestra provincia. El mundo rural es muy diverso. No tiene nada que ver un pueblo de 70 habitantes con otro de 700. Y no es lo mismo estar a 80 km. o más de la capital, en medio de la nada (caso de los citados y no digamos Triollo o Polentinos a más de 120 km.) que a 15 o 20 km. de Palencia y en uno de 700 hab.

Al menos hay que intentarlo. En este capítulo , Julio César, pone en boca de Artemio lo que sigue: “El otro día convocaron una reunión en el Ayuntamiento donde estaban concejales, responsables de diferentes asociaciones locales y un par de agentes de desarrollo rural. Todos a una. Allí se habló de lo de siempre: Se pierde población. Cada día somos menos y el ritmo vital de la calle está bajo mínimos excepto en las fiestas patronales y dos eventos más. ¿Qué hacer? ¿Se está haciendo todo lo posible? ¿Se dan facilidades a los que quieren venir o quieren emprender? ¿Se cuenta con los recursos económicos necesarios? ¿Tenemos nosotros sugerencias o planteamientos?

Y decidieron que había que poner en valor los edificios municipales, las casas cerradas. En venta o en alquiler; ayudar a los emprendedores de negocios o a los que quieran ampliar el existente. Trabajar para que lleguen nuevas tecnologías…. Pero Artemio lo ve crudo.

LL. ¡Pero cómo no lo va a ver crudo! Es de un pueblo que pierde cada año casi un 5% de población y ya hace años han quitado la escuela y apenas hay un bar a tiempo parcial que amenaza con cerrar porque el dueño se ha hecho mayor y no quiere preocupaciones y el médico no pasa a diario. Sólo hay una pequeña empresa familiar que hace forjas y aunque tienen una pequeña vega de regadío -que costó un dinero- y que todavía están pagando, sólo se cultiva en una pequeña proporción. Unos huertos para los que todavía viven allí pero nada de comerciar. Para familiares y amigos que ya se fueron y vuelven en verano. Ese pueblo es Acera de la Vega, una pedanía de Villota del Páramo, entre Saldaña y Guardo a 970 m y con 78 hab. A ver cómo se puede volver allí salvo en verano. Que no, hombre, que no es posible. Si fuera Fuentes de Nava, a tiro de piedra de Palencia y con servicios mínimos y casco urbanizado podría verse con un cierto optimismo pero en Acera de la Vega, no. Y les hay peores.

A modo de reflexión final.

Señala Julio César: Vivir en un pueblo es una filosofía. Tiene Mucho de querer, si bien hay impedimentos que no podemos pasar por alto. En 2.030 habrá más de 20 ciudades con más de 15 millones de habitantes. ¿Quién estará en lo rural? ¿Qué sobrevivirá? Creo que algunas localidades histórico-artísticas sólo abrirán las puertas el fin de semana. ¿Se han aplicado fórmulas para evitar o frenar el declive? Lamentablemente, si se ha hecho, no han fijado población. Nadie parece tener la varita mágica que lo evite. Ahí está la cuestión. Eso sí, tenemos municipios por doquier y no todos podrán estar ahí a corto plazo. Muchas ciudades de Castilla y León tampoco ganan habitantes; al contrario, los pierden.

Y cita a Pilar Burillo que dice: “Debido a acciones políticas, o por omisión de ellas, se provoca la desaparición de la población de un territorio”. Pero en mi opinión no sólo por esas acciones o inacciones. Apenas es preciso considerar los pocos habitantes que tenían algunos pueblos hace 10 años, el tipo de clima que tienen (temperaturas y pluviometría), su aridez y la calidad de sus suelos. Pueblos mínimos en zonas a casi o más de 1000 m. de altitud, con gran aridez y con suelos poco profundos y de baja calidad, ¿quién podrá subsistir en esos pueblos?

El alcalde de Castroverde de Campos apuntaba en la Opinión de Zamora : Tenemos que entender que -en gran parte- el futuro de nuestros pueblos va a ser el de residencia secundaria. Tenemos que intentar adaptarnos y hacer que los servicios sean acordes y de calidad tanto para los que se queden como para los que van de relax, pues en caso contrario los hijos y nietos de los que hoy vienen dejarán de hacerlo, siendo el acta de defunción definitiva.

Y por boca de Mercedes Molina , catedrática de Geografía Humana de la Complutense, señala que España ha recibido 92.000 millones de euros en ayudas estructurales desde el año 2000, pero ¿llegó a sus destinatarios o se fueron a otra parte? Por ejemplo, a fomentar el crecimiento de las ciudades. El Tribunal de Cuentas Europeo de 2017 ha puesto en evidencia, con un “demoledor” Informe, que la gestión de los Fondos Comunitarios de Red Natura no fue -ni mucho menos- la correcta. Tal vez, apunta Julio César, haya que poner en marcha medidas políticas o de Estado que lleven, incluso, a pagar por vivir en el ambiente rural.

LL. Sin embargo, en mi opinión, esa medida sería muy peligrosa. Podría ser aprovechada por alcohólicos, drogatas, bohemios y vagos en general. Para esa población marginal podría ser un chollo. Pero no se trata de eso.

Lo que sí me parece muy acertado es la cita que anunciaba el poeta palentino Marcelino García Velasco: En los años 60 un político se acercó a un pueblecito del norte peninsular entre llanura y montaña y dijo: “Con seis tractores es suficiente para labrar este término municipal”. Y yo añado: Gran verdad.

La Mecanización y la Concentración parcelaria iniciada en los años 50 fue clave para provocar la despoblación rural a bandadas . Al pasar de las mulas o los bueyes al tractor sobraba mano de obra a espuertas y tuvieron que emigrar para ganarse la vida. Ahí empezó el éxodo rural imparable.

Por último quiero comentar una última cita de Julio César, al final del libro: La Fundación Abraza la Tierra formada por 18 Grupos de Acción Local de Aragón, C y L, Cantabria y Madrid que nació en 2004 para diseñar un modelo de actuación que facilite la llegada e integración de nuevos pobladores emprendedores a las zonas rurales ha conseguido asentar 2400 personas en 12 comarcas. Pero un análisis frío de los números nos dice que han conseguido asentar 200 personas al año. A este ritmo se asentarán para el año 2030, unas 5.000 personas. ¿Es eso suficiente? Tendrían que ser 50 veces más para ver algo significativo. No se trata de que haya algunas acciones puntuales; las cifras conseguidas no pasan de anecdóticas. Suponiendo que haya 25 Grupos de A. L. con resultados similares, se asentarían 125.000 personas hasta el año 2030. Seguirían siendo muy pocos y no se conseguiría revertir la despoblación rural. Porque, como ya he comentado, los pequeños pueblos de clima feroz por su altitud o aridez no son capaces de atraer población joven. Es la triste realidad y ¡ojalá! me equivoque.

Palencia julio de 2018

** Luis Landa Martínez es Ingeniero Agrónomo