[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Cómo puedes decir padre, que tus ojos no ven.
Su luz está maltrecha,
sus sombras maculares
detrás de sus ventanas….no te dejan mirar con claridad.
Es verdad que te duelen los contornos huídos,
es cierto, que cada dos palabras deben sentarse
y descansar, es cierto.
¡Pero que tus ojos no ven!… no digas eso padre.
Lo que tú ves con ellos malheridos
ya quisieran los ojos sanos contemplar.
 
Tú miras con esos tus cristales
y conoces la luz,
atisbas las mareas profundas de las cosas
porque es la claridad que emana de tu alma la que mira,
y el amor de tu piel,
y la esperanza de ser eterno una mañana.

 

Cómo puedes decir que no ves padre,
tú que lo has visto todo
y todo lo retienes,
y le das su color y su luz, siempre con el tono sagrado
de la retina pura,
y luego
cuando cierras los ojos,
y piensas,
y sonríes
por encima del hombro
de las cosas del mundo,
nos dejas tu mirar.

 
Agua recién caída de los cielos,
linfa limpísima sobre tierra quemada.

Dios te ha regalado
la ceguera de todos los contornos,
para que sigas viendo
cómo late  en el centro del pulso
la amorosa verdad
de los misterios.

No digas eso, que tus ojos no ven.

Penumbras son las cosas.                    
Luz cenital, tus ojos.

               Sari  Fernández Perandones-2009

Poema leído por la Autora en el Acto Fundacional del Ateneo de Palencia, el 10 de Diciembre de 2016, en memoria de su padre, el poeta José María Fernández Nieto

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]