Es, sin duda, la novela más ambiciosa y elaborada de su autor, el norteamericano Paul Auster, cuya popularidad alcanzó gran difusión con su Trilogía de Nueva York. Comparte su pasión por la literatura con la que profesa al cine. El género más próximo a la novela. Ha escrito el guión de alguna película e, incluso, ha dirigido alguna de ellas. También es autor teatral y poeta. Su enorme popularidad se manifiesta en el hecho de que su novela Ciudad de cristal se ha versionado en formato de «cómic».
Esta nueva novela de 956 páginas es un ejercicio literario ambicioso y sugestivo. Hasta tal punto que el autor escribe cuatro relatos en uno solo. El protagonista es siempre el mismo: el joven Archie Ferguson, cuya biografía se relata a partir de la llegada a América de su abuelo, un judío ruso, que se convertirá en el origen de la trayectoria vital de Archie Ferguson, nacido en 1947 —‑igual que Paul Auster— y que se convertirá en escritor. A pesar de estas coincidencias, el autor niega el carácter autobiográfico de la novela. Una vez presentado el personaje y su circunstancia, la biografía se despliega en cuatro posibilidades que responden a esa pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez en nuestra vida: ¿Qué habría ocurrido en mi vida si en vez de tomar la decisión que tomé en aquel momento decisivo, hubiera tomado otra? O, si en vez de elegir el camino que elegí hubiera seguido otro. Esa es la clave de la novela.
El autor ilustra cuatro posibilidades con cuatro variantes. Todas ellas igualmente verosímiles e importantes. Tan importantes que en cada una de ellas cambia el rumbo de la vida de Archie de manera sustantiva, pero sin cambiar nunca el marco espacio-temporal en que transcurre la vida del protagonista.
Si el lector tiene paciencia para llegar en su lectura al final de la novela, hallará en las últimas páginas, una especie de explicación que nos ofrece su autor para interpretar la novela:
«Ferguson, cuyo apellido no era Ferguson, encontró fascinante imaginar que hubiera nacido llamándose Ferguson o Rockefeller, alguien con nombre distinto del X que le habían asignado cuando lo sacaron del vientre de su madre el 3 de marzo de 1947. A decir verdad, al padre de su padre no le habían dado otro nombre cuando llegó a la isla de Ellis el 1 de enero de 1900, pero ¿y si se lo hubieran dado?
De esa pregunta nació el siguiente libro de Ferguson (…) y escribiría un libro sobre cuatro personas idénticas pero diferentes que tuvieran el mismo nombre: Ferguson.»
Se refiere a la anécdota con que arranca la novela: cuando su abuelo llega, como tantos inmigrantes, a los Estados Unidos, y el aduanero le pregunta su nombre —de dificil comprensión— se produce un malentendido entre ambos y el funcionario cree haber entendido «Ferguson», nombre que utilizará en su nueva vida americana. De esta forma absolutamente fortuita y debido a un hecho casual, nacerá el destino de esa familia cuyo nieto, Archie Ferguson, será el protagonista de esta gran novela. Y es que en nuestra vida, ocurren los hechos de modo casual y obedece al azar. Aunque consigamos planificar nuestros actos del modo más racional posible y creamos tener en nuestras manos bien sujetos los hilos que mueven nuestras vidas, de pronto, nos sorprende lo inesperado, el accidente que tuerce el camino elegido en otra dirección distinta a la prevista. Lo único cierto es la muerte. Por lo demás, la fuerza de las circunstancias es tan grande que nos conduce de un camino a otro. ¿Quién no ha imaginado lo que hubiera ocurrido en su vida si en aquel momento y aquel lugar no hubiera conocido a aquel muchacho que se convertiría en su esposo? Y, así, en todos los momentos decisivos de nuestra vida. No es que nos convirtamos en muñecos de guiñol cuyos hilos son manejados por el azar, el destino o una fuerza divina con la que se podría llegar a anular la libertad del hombre para elegir el camino de su vida, es decir, el libre albedrío. No se trata de esto sino de la importancia que tiene en nuestra vida aquella circunstancia inesperada capaz de modificar el rumbo de nuestra existencia. Es entonces cuando el libre albedrío decide cómo afrontar los cambios que el azar ha introducido en nuestra vida.
Como vemos, la novela ilustra una concepción de la vida humana en la que, como nos dirá el autor, lo único seguro es la muerte. El resto se define por la influencia que las circunstancias van a ejercer sobre nuestros movimientos.
Como fondo en las cuatro posibles vidas de Archie Ferguson está la historia de las Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX, el funcionamiento de la sociedad americana de aquellos años: sus valores, sus problemas, su modo de vida, la política y su influencia en la vida de sus ciudadanos.
Hay en la novela, además de su protagonista, personajes muy interesantes. Especialmente los femeninos: su madre, Rose, fotógrafa profesional que inculca en su hijo los tradicionales valores de la sociedad americana. Su tía Mildred, que le regala una excelente educación literaria y su novia, Amy, que representa el gran valor de la libertad del individuo. Las tres modelan la personalidad de Archie y explican muchas de las actitudes vitales del joven, lo que se añade al valor de las circunstancias que envuelven nuestras vidas.
La versión española de la novela posee un estilo agradable, de fácil lectura, cuidada sintaxis, muy clara y ágil que fluye con agilidad, a pesar de la densidad de su contenido.
Es cierto que no podemos leer esta gran novela como lo hacemos con los relatos más clásicos. Es decir, observando la evolución y el progreso del relato a lo largo del transcurso del tiempo novelesco. En 4,3,2,1 no hay tal evolución ya que toda la acción —las cuatro— transcurre en el mismo espacio temporal y no concluye, sino que la «evolución» está en las cuatro variantes que se producen en el mismo espacio de tiempo: infancia, adolescencia y primera juventud de Ferguson. De tal manera que no es él el que cambia, sino sus circunstancias.
Novela recomendable para aquellos lectores muy adictos y con gran capacidad lectora, dada la extensión de la misma, pero una gran lección de literatura.