Hace tiempo me invitó el Ayuntamiento de Pozuelo (Madrid) a impartir una conferencia sobre acoso escolar. La participación anterior a la mía tuvo gran interés: Profesora de Derecho Procesal disertaba sobre la educación segregada, fundamentó su intervención con pruebas de neurorradiología de última generación (RNM funcional y PET). Escuché interesado, comprendí el mensaje real de aquella osadía inconmensurable: buscar fundamento científico a sus criterios ideológicos. Nunca escuché tanto desaguisado junto sobre unos resultados de investigaciones científicas, que ¡ni de lejos! tenían esos objetivos. Gran dilema ético: (re)-torcer los resultados de investigaciones científicas.
 
En 1981 Sperry obtuvo el Premio Nobel de Medicina por trabajos sobre diferenciación cerebral: capacidad de hablar, escribir, leer y razonar con números, es fundamentalmente responsabilidad del hemisferio izquierdo; mientras que la capacidad de percibir y orientarse en el espacio, trabajar con tareas geométricas, elaborar mapas conceptuales y rotar mentalmente formas o figuras, son ejecutadas predominantemente por el hemisferio derecho. Se concluye que los hombres tienen más desarrollado el hemisferio izquierdo o cerebro racional, y las mujeres el área del lenguaje y hemisferio derecho, que controla la vida emocional.
 
Se diferenciaron funciones cerebrales por género, los resultados no han sido unánimes. McCoby & Jacklin aportaron que las capacidades lingüísticas eran mejores en las mujeres y la orientación y manejo espacial era mejor en los hombres. Las mujeres aventajan a los hombres en habilidades verbales, motricidad fina y velocidad perceptiva; mientras los hombres las aventajaban en resolver pruebas espaciales, tanto en conocimiento como praxis espacial. Los hombres tienen mayor lateralidad cerebral, es decir, las funciones cerebrales están expresadas más exclusivamente por uno de los dos hemisferios, mientras que las mujeres utilizan más los dos hemisferios para razonar.
 
En la infancia el funcionamiento cognitivo es diferente, en niños hay mayor capacidad en razonamiento matemático que en niñas. Se ha demostrado que existe una superposición estadísticamente significativa de resultados en todos los factores y ambos sexos. Lynn afirma que los varones obtienen, en promedio, mejores rendimientos académicos que las mujeres y que ésto se debe a que las diferencias en la medida de inteligencia general favorecen a los hombres. Los niños logran ventajas en pruebas de razonamiento verbal, cálculo y razonamiento abstracto, mientras que las niñas obtienen mejores resultados en tests de ortografía y lenguaje. Tras tres años de estudios, las chicas superan en resultados académicos a los chicos.
 
Gil-Verona & cols. concluyen que todos estos datos se deben a la interacción de factores neurobiológicos (hormonales, genéticos, madurativos) que son modulados por factores socio-culturales, sobre todo en el funcionamiento cognitivo. Aunque el cerebro tenga diferencias estructurales y funcionales en ambos sexos, no quiere decir que uno u otro sexo sean mejores que el otro, ni se debe utilizar el sexo como criterio fundamental per se para determinadas opciones educativas, profesionales y ocupacionales.
Según la Pfra. Barral “las diferencias cerebrales entre los miembros del mismo sexo suelen ser superiores a las que hay entre los dos sexos. Es curioso que se infieran diferencias funcionales del tamaño del cerebro y no del hígado o de otros órganos”. Ferrús recuerda que el mayor tamaño del cerebro masculino es proporcional a su corpulencia y que en el reino animal hay cerebros mayores con menos prestaciones.
 
Entonces ¿cuál es la aplicación de estos hallazgos científicos? Se podría tener en cuenta para evaluaciones de procesos y trastornos mentales de tipo psicopatológico y clínico, o podría emplearse para diferenciar la evaluación de resultados educativos o en la evaluación de resultados de pruebas neuropsicológicas. Es más Ferrús dice “Aunque existen diferencias cerebrales, ninguna de ellas justifica las acciones que en su nombre se toman”.
 
La conferenciante entonces y ahora el Ministro de Educación quieren basarse en los hallazgos científicos, pero callan que las pruebas de RNM funcional y PET miden respuestas funcionales cerebrales ante estímulos y en ese momento dado de la realización de la prueba, es decir son resultados y no causa.
 
Las evidencias científicas muestran que las diferencias cerebrales no están dadas por el género y se restringen al control de las funciones biológicas. Sólo se encuentran diferencias en estos tipos de estructuras que controlan la parte biológica de ser hombre o ser mujer y se olvidan otros aspectos del género como el comportamiento social. Por lo tanto, las diferencias cerebrales no están dadas por todo el conjunto de características que componen el género, sólo se limita al funcionamiento biológico.
 
Factores genéticos, proceso de apego/vinculación consistente, teoría general de la mente, influencia familiar, contexto y funcionamiento escolar, compañeros y amigos (roles en escuela) y “sinsabores”, estos factores son los mimbres para ir trenzando el cesto del aprendizaje.
 
La educación compartida, defendida por Montessori, Freire y los más importantes pedagogos potencia la diferencia de cada género de forma integrada, compartiendo y complementándose mutuamente. Solo miedos e ideología defienden la educación segregada, que no utilicen principios científicos, simplemente por ética.
 
 
 

J.L Pedreira Massa

Doctor en Medicina. Psiquiatra-Psicoterapeuta infanto-juvenil. Premio Nacional de Investigación Psicosocial en el año 2000