Escribo in memoriam de una persona valiente, de las que lucharon toda su vida sin excepción. Estuvo al frente de las cosas de la cultura en la ciudad, y la recuerdo en actos, sentada entre el público y apoyando las iniciativas. Recuerdo dos momentos, la refundación del Ateneo en diciembre de 2016 en el Paraninfo del Jorge, y un acto dedicado a conmemorar los diez años del Dolto, una noche gélida de febrero del 2004, en la Biblioteca Pública cuando hablamos de memoria, olvido y lapsus. Su presencia para mí era tranquilizadora, y así se lo dije el mes pasado en un mensaje. También evoco ahora una mañana en su despacho del ayuntamiento tratando de convencerme de que me hiciera cargo de algo, y la verdad no fue fácil oponerse a su poder de convicción. Creo que emanaba de ella una autoridad natural no alambicada.

Me parece que fue una adelantada en la lucha por los derechos de las mujeres, y que esa posición la acompañó toda la vida. Brotaba de ella sin necesitar más argumentos, como si tuviera un saber cierto de que en el futuro eso iba a ser así, y que era cuestión de tiempo, solo habría que soportar el cerrilismo. Hoy, los hechos le han dado la razón.

Por otro lado creo que Isabel Rodríguez, concejala y teniente de alcalde de la ciudad, perteneció a la clase de la mujer fuerte. Una clase que se aleja tanto de la mujer temblorosa (por seguir el título de la escritora Siri Hustvedt), como de la mujer autoritariaque precisa de gestos que oculten su falta de autoridad. Hay en esa lucha histórica, que viene de muy lejos, el liderazgo de la mujer fuerte al servicio de los más débiles, como quien abre una brecha y ayuda a pasar una frontera que parecía infranqueable.

La huella de las mujeres ejemplares de una ciudad muestra que sin los luchadores la ciudad se torna gris. También más triste cuando hay que despedir a mujeres luchadoras que desde sus ideas buscaron esa estrella refulgente y sonora.

Un homenaje a Isabel pasa por evocar al querido poeta leonés Antonio Gamoneda: «Tu serenidad era la servidora del desprecio». Aunque también a una luchadora le gustaría leer que…la lucha sigue.