He dejado pasar un tiempo, desde que Fernando Martín Aduriz me comunicase la incipiente decisión de volver a refundar el Ateneo de Palencia, idea que hace unos años comentamos en una conversación informal en los aledaños del Ayuntamiento y hoy cercana la fecha a la puesta de largo, me permito hacer unas reflexiones desde la necesaria influencia que se pretende como objetivo, partiendo de un análisis personal.
 
Las palentinas y palentinos en importante número, durante mucho tiempo hemos vivido entre la envidia y los complejos… características que aún perduran y que me hacen dudar de esa loca efervescencia de ideas que debemos compartir, planificar y poner en el fluir de una sociedad que se muestra a gusto con su sabor de provincias… preñada de sus propias miserias y casi absorta en el discurrir de un tiempo, que pasa y no vuelve.
 
A pesar de ello y de los egos que abundan en toda sociedad, difíciles de llenar, y en grupos humanos que se manifiestan defensores del trabajo compartido, pero muy lejos del reconocimiento público no personalista… no es de desdeñar que perduren mentes que siguen soñando con la búsqueda de las verdades, de las apuestas decididas en mejorar, de la sana reivindicación hasta donde fuera preciso, no sin falta de argumentos como el perenne olvido de una comunidad en la que se integra esta gran provincia.
 
Por ello no comparto la opinión de que se deba renunciar a la estructura física de la Institución, como mi amigo y compañero Fernando intenta fundamentar en su artículo, porque esto resta reconocimiento, puede generar ideas de algo efímero y pasajero, algo muy acorde con nuestra sociedad actual, dónde la noticia no dura más allá de un día o unas horas, igualmente insiste en nuestros complejos de no reivindicar un espacio donde aglutinar los recuerdos de lo que fue, lo que és y lo que será… aspectos fundamentales para integrar la personalidad de cualquier persona o  identidad de grupo de personas en los que se fundamenta esta Institución.
 
Por otro lado, ¿ no es la mejor de las inversiones apostar por nuestro futuro desde el pensamiento diverso, desde los grandes valores de la cultura, la educación, desde la generación de ideas en un mundo en el que cada vez se muestra más el espacio divergente y antagónico sin posibilidad de conciliar, nos interesa poco lo que no genera conflicto, aunque suponga progreso y desarrollo humano ?
 
Yo, defiendo el valor de lo importante y la importancia del ser humano, de la persona, de su gran conquista: el pensamiento libre y no encuentro disgusto en la modernidad y en los portales web. Si acaso en las redes sociales, que se convierten en algunas ocasiones en disfraz de despersonalización y crítica con distancia, oscura presencia y dudosa defensa de los valores humanos. Así estimadas y estimados Ateneístas, desde el fluir y la influencia… no descartéis la necesaria esencia de la Casa del Ateneo, pues toda Casa, aunque encierre sus secretos, sus bondades y maldades, o más bien  los de la que en ella habiten… o pasen por ésta efímero camino que es nuestra vida, es la identidad reconocible, que unida a sus creaciones… nos hace oler el recuerdo y como dice alguien a quien quiero mucho:  nos transporta a otro tiempos, es como si estuviéramos en ese momento y en ese entorno.
Por ello, me permito proponer que nuestras Instituciones reserven dentro de un proyecto cercano a nuestra imagen singular del Cristo del Otero, que no precisa de más demora en su ejecución, y que es el Espacio de “La Tejera”, un espacio y los apoyos necesarios para que esa Casa del Ateneo, se haga realidad y sea habitada.
 
El mundo de las ideas, no admite demoras… pero si consensos, por ello humildemente ruego consideréis tal posibilidad.
 

Miguel Ángel de la Fuente Triana

Fotografía: Ion Antolín Llorente