“Lo importante es participar”. Es posible que, quienes pertenezcan a la generación a la que con cada derrota se les citaba esta frase, cada vez que les inviten a “participar” (y nada más) se vean irremediablemente asaltados por una melancólica sensación de fracaso.
Los últimos tiempos políticos han traído a la escena cultural española una notable profusión de iniciativas destinadas a –según se suele indicar– facilitar la participación de la ciudadanía en la definición de las políticas culturales.
Sin duda, se trata de acciones que a muchos podrían ilusionar, si no fuera porque parecen el síntoma de un diagnóstico preocupante: que la gente no participa suficiente o adecuadamente en las decisiones sobre cultura.
Asumiendo este supuesto, se podrían distinguir algunas casuísticas que explicarían y matizarían esta presunta falta de participación y que abarcan, desde quienes sí han querido participar pero por razones diversas no han tenido oportunidad, hasta quienes lo han hecho pero no han sido tenidos en cuenta, pasando por quienes han participado pero de una forma estéril o inadecuada.
Incluso se podría hablar de un hecho que está siendo muy difícil de ser aceptado por los profesionales del sector: que hay quienes no participan porque, sencillamente, la cultura no les interesa.
Promover una mayor y mejor participación en la definición de políticas culturales implica, indudablemente, impulsar la calidad democrática y el desarrollo social, pero esta invitación se ha de plantear -necesariamente- teniendo en cuenta las causas por las que la participación de la ciudadanía no ha tenido el impacto deseado hasta la fecha.
—–   Para acceder al artículo completo  de Pilar Gonzalo  Directora del Foro de Cultura y buenas prácticas en España :

¿Cómo participar en las políticas culturales?